La hipertensión arterial, comúnmente conocida como «presión arterial alta», es una condición crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo.
Es un problema de salud que, de no controlarse, puede derivar en complicaciones graves como enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y daño renal.
A continuación, exploraremos los síntomas, causas y tratamientos de esta afección.
¿Qué es la hipertensión arterial?
La hipertensión arterial ocurre cuando la fuerza con la que la sangre fluye a través de las arterias es demasiado alta, lo que obliga al corazón a trabajar más para bombear la sangre por el cuerpo.
La presión arterial se mide en milímetros de mercurio (mmHg) y se expresa en dos cifras: la presión sistólica (la presión en las arterias cuando el corazón late) y la presión diastólica (la presión cuando el corazón está en reposo entre latidos). Se considera hipertensión cuando las cifras superan consistentemente los 140/90 mmHg.
Síntomas de la hipertensión
La hipertensión es conocida como el «asesino silencioso» porque a menudo no presenta síntomas visibles hasta que el daño a los órganos ha comenzado. Sin embargo, algunas personas pueden experimentar:
- Dolor de cabeza intenso.
- Mareos o sensación de desmayo.
- Visión borrosa o problemas de visión.
- Dolor en el pecho.
- Dificultad para respirar.
- Zumbido en los oídos.
- Sangrado nasal.
Estos síntomas suelen aparecer cuando la presión arterial ya está en niveles peligrosamente altos, por lo que es vital medir regularmente la presión para detectar problemas a tiempo.
Causas de la hipertensión
La hipertensión puede tener múltiples causas, y en muchos casos, no hay una razón clara que explique su aparición. Sin embargo, los factores que contribuyen incluyen:
- Factores hereditarios: Las personas con antecedentes familiares de hipertensión tienen mayor riesgo de desarrollarla.
- Obesidad: El exceso de peso aumenta el esfuerzo que el corazón debe realizar para bombear sangre.
- Dieta alta en sal: El consumo excesivo de sodio provoca retención de líquidos, lo que eleva la presión arterial.
- Falta de ejercicio: Un estilo de vida sedentario puede contribuir a la aparición de hipertensión.
- Consumo excesivo de alcohol: Beber en exceso puede elevar la presión arterial con el tiempo.
- Estrés: El estrés prolongado puede influir en el aumento de la presión arterial.
- Tabaquismo: Fumar daña las arterias, lo que puede aumentar la presión arterial.
- Enfermedades preexistentes: Afecciones como la diabetes, la apnea del sueño y la enfermedad renal pueden contribuir al desarrollo de hipertensión.
Tratamientos para la hipertensión
El tratamiento de la hipertensión tiene como objetivo reducir la presión arterial a niveles normales para prevenir daños en los órganos vitales. Existen varias estrategias para controlar la hipertensión:
1. Cambios en el estilo de vida
Los primeros pasos para controlar la hipertensión suelen implicar modificaciones en la dieta y el estilo de vida, tales como:
- Dieta saludable: Adoptar una dieta baja en sodio, rica en frutas, verduras, granos enteros y productos bajos en grasa (como la dieta DASH, por sus siglas en inglés).
- Control del peso: Perder peso, especialmente en personas con sobrepeso u obesidad, puede reducir significativamente la presión arterial.
- Ejercicio regular: Actividades físicas como caminar, correr, nadar o andar en bicicleta pueden mejorar la salud cardiovascular y reducir la presión arterial.
- Reducción del consumo de alcohol y eliminación del tabaquismo: Dejar de fumar y moderar el consumo de alcohol son medidas clave.
- Manejo del estrés: Técnicas de relajación como la meditación, el yoga o la terapia psicológica pueden ayudar a controlar el estrés.
2. Tratamiento farmacológico
En muchos casos, los cambios en el estilo de vida no son suficientes para controlar la hipertensión, por lo que el médico puede recetar medicamentos para reducir la presión arterial. Los más comunes incluyen:
- Diuréticos: Ayudan a eliminar el exceso de sodio y líquidos del cuerpo, lo que reduce la presión arterial.
- Betabloqueantes: Disminuyen el ritmo cardíaco y la fuerza de los latidos del corazón, reduciendo la presión.
- Inhibidores de la ECA: Impiden la producción de una sustancia química que estrecha los vasos sanguíneos.
- Antagonistas del calcio: Relajan los vasos sanguíneos y reducen la presión arterial.
- Bloqueadores de los receptores de angiotensina (BRA): Ayudan a relajar los vasos sanguíneos al bloquear la acción de la angiotensina, una sustancia química que aumenta la presión arterial.
En conclusión la hipertensión es una afección seria que requiere atención constante y tratamiento adecuado.
A pesar de que muchas personas pueden no presentar síntomas, el riesgo de complicaciones graves hace que sea crucial llevar un estilo de vida saludable y someterse a controles regulares de presión arterial.
Con cambios adecuados en el estilo de vida y, si es necesario, medicamentos, la hipertensión puede controlarse de manera eficaz, mejorando así la calidad de vida y reduciendo el riesgo de problemas de salud graves.